Descripción del espacio elegido

¿Alguna vez habéis entrado a algún sitio e instantáneamente os sentís acogidos por ese lugar?. Como si ese espacio estuviera hecho a tu medida. Como si esa habitación supiera exactamente lo que esperas de ella, como si te conociera. A veces un sitio acoge tantos recuerdos y sentimientos de nosotros mismos, que sentimos que forma parte de nosotros. Bueno, pues os presento la sala de cine de Torrevieja, mi lugar seguro. He de decir que en ese mismo cine puedes encontrar un total de ocho salas, siendo la número ocho la sala más grande, aquella que se reserva para los estrenos. Sin embargo, yo soy más partidaria de las salas un poco más pequeñas, pues son éstas las que encuentro más acogedoras y a las que más a menudo he tenido el placer de asistir. A estas salas accedes por una única puerta de acceso que da lugar a un pequeño pasillo, el cual desemboca al comienzo de la sala, no muy lejos de la pared que sostiene a la pantalla de cine, donde, además te enfrentas a la puerta de salida, la cual encontrarás abierta una vez comiencen los créditos de la película. A continuación, te das la vuelta y puedes observar multitud de butacas rojas de terciopelo, clasificadas en una zona central y otras dos laterales. Las laterales se encuentran separadas de la zona central por un pasillo de escaleras, las cuales están discretamente iluminadas por una fina línea de luz, con el fin de que seas capaz de visualizar el número de la fila de asientos que se te ha asignado. Las paredes laterales son del mismo color rojo de las butacas, pero este color rojo se encuentra enmarcado por una especie de color azul marino, el cual cubre las otras dos paredes de la sala. Las paredes laterales también disponen de una fila de luces situadas a una altura media, que mantienen la sala iluminada con una luz tenue mientras los anuncios previos a la película no hayan comenzado. Además, el suelo se encuentra cubierto por una especie de terciopelo o alfombrilla de color gris oscuro, de modo que una vez se apagan las luces de la sala no puedes ver otra cosa que no sean las líneas de luces de cada escalera. Y por último, pero no menos importante, encontramos de cara a los asientos a la enorme pantalla de cine, la cual cubre casi toda la pared en la que se encuentra, así mismo, centrado en la pared del frente, podemos observar un pequeño hueco cuadrado sobre la última fila de butacas, por el cual asoma el proyector, el importante e invisible compañero de la inmensa pantalla.

¿Porqué has elegido este lugar?

Como has podido observar, mi elección para esta tarea ha sido un cine. Pero no cualquier cine, sino el cine de mi pueblo, Torrevieja. Imagino que te preguntarás por qué, de todos los lugares en los que he estado a lo largo de mi corta vida, me he decantado por un simple cine. Resulta que desde pequeña el cine ha sido un lugar en el que me permitía soñar. Me permitía escapar de la realidad por unas horas, viajar a la imaginación del director para aterrizar en otro mundo completamente distinto al nuestro. No sé si, por casualidad, recordarás la sensación con la que abandonabas la sala de cine cuando eras pequeño, pero, al menos la sensación que me dejaba a mi era casi «mágica». No sé muy bien cómo explicar ese sentimiento, pero, por unas horas, sentía que todavía permanecía dentro de la película, conociendo a los distintos personajes y yendo más allá del final otorgado a dicha historia, cuando en realidad me encontraba en la parte de atrás del coche de mis padres de vuelta a casa.

¿Qué te hace sentir a gusto?

Creo que con la respuesta a la pregunta anterior ya te puedes hacer una idea de la razón por la cual me siento a gusto en la sala de cine. Y es que para mi el cine era sinónimo de libertad, una pequeña sala en la que tus sueños no son oprimidos, sino que son dotados de alas enormes que les dan la capacidad de ir más allá de esas cuatro paredes. Además de que es un lugar que guarda muy buenos recuerdos, ya sean de mi infancia o recuerdos no tan lejanos, por lo que el simple echo de estar en la cola de las palomitas ya era apacible. Aunque, dejando a un lado el aspecto sentimental, el cine, desde mi punto de vista, está destinado a la comodidad, ya que, al fin y al cabo tienes que permanecer sentado horas dentro de una sala. Tienes la oportunidad de comprar palomitas y bebidas para ver la película con el fin de que no tengas hambre ni sed a lo largo de la película. Al mismo tiempo, los asientos suelen ser cómodos y prácticos, del mismo modo que la temperatura de la sala suele adecuarse a la época del año en la que te encuentras.

¿Existe algún elemento molesto?

Un aspecto que podría resultar un tanto incómodo en la sala aparece si tienes la poca suerte de estar en primera fila, lo cual podría derivar en el más sarcástico de los casos en una molesta tortícolis. Y es que resulta difícil ver con la mínima comodidad una película en la primera fila, pues la pantalla no se logra ver de forma adecuada y la postura que hay que adoptar para lograr ver decentemente dicha pantalla resulta un tanto incómoda. Por lo tanto considero que las primeras filas deberían de encontrarse en una mejor posición, de modo que desde todos los asientos de la sala se pueda ver la película con comodidad.

¿Crees que te sentirías igual en otro espacio ahora mismo?

Gracias al apogeo de todas estas plataformas, como Netflix o HBO, tenemos al alcance de nuestras manos el fácil y rápido acceso a multitud de películas y series, por lo que en mi casa podría experimentar lo mismo que en una sala de cine, con la simple diferencia (al menos en mi caso) de que en el cine tengo una pantalla bastante más grande. Por ello considero que se está perdiendo esa ilusión por ir al cine a disfrutar de una película. Sin embargo, no creo que el sentimiento de ir a una sala de cine a ver una película, ya sea solo o acompañado, pueda igualarse. En la sala de cine se crean recuerdos, es un lugar donde se forjan amistades y la magia de las películas cobra vida de una manera que ningún servicio de transmisión puede replicar. Pero eso es solo mi opinión.

¿Crees que las condiciones de este espacio influyen sobre sus ocupantes? ¿Cómo?

Desde mi punto de vista, cada punto de una sala de cine esta pensado para que el espectador de una película puede vivir la experiencia completa de ir al cine. Desde la temperatura de la sala, hasta el diseño de los asientos. intuyo que la oscuridad de la sala facilita la concentración en la película que se esté proyectando, la estructura de la sala estará diseñada de manera que el sonido se aprecie de la mejor manera posible, así como la insonorización de dicha sala para evitar la interrupción de sonidos entre las salas de dicho cine. Incluso la forma proyectante de la pantalla de cine para mejorar la visibilidad de los espectadores.

¿Cambiarías alguna cosa?

en cuanto al problema de las primeras filas que se encuentran en posiciones que resultan incómodas a sus ocupantes, creo que propondría una mejor distribución de los asientos. No haría desaparecer dichos asientos de la sala, dado que cuantos más asientos hayan disponibles mayor número de personas tendrán la oportunidad de acudir. Sin embargo, me gustaría encontrar la manera de situar dichos asiento a lo largo y a lo alto de la sala, ya que considero que desde arriba se podría tener una mejor perspectiva de la película que desde abajo pegado a la pantalla. Tampoco trataría de alargar mucho más las filas de asientos dado que en los extremos podría resultar difícil tener una visión adecuada. Por lo que trataría de encontrar la proporción adecuada entre la sala resultante y el tamaño de la pantalla.

Dibujo fruto de la imaginación VS. Dibujo basado en la realidad

PA1-Mi entorno: Peter Zumthor («Atmósferas»)

En «Atmósferas», Peter Zumthor reflexiona sobre cómo los espacios arquitectónicos nos impactan y nos conmueven, y expone su visión sobre la calidad arquitectónica. El autor introduce el concepto de «atmósfera» como la primera impresión o percepción inmediata que recibimos de un espacio. A lo largo de su conferencia, Zumthor desglosa cómo logra crear estas atmósferas arquitectónicas a través de nueve minicapítulos, donde analiza diversos aspectos que, según él, contribuyen a construir esa atmósfera única en cada espacio diseñado.

El primero de ellos lo titula «El cuerpo de la arquitectura», con el cual se refiere a la estructura propia de la arquitectura, a la manera en la que reunimos cosas y materiales del mundo para que creen espacios que resultan ser algo similar a una masa corpórea.

El segundo argumento lo presenta como «La consonancia de los materiales», el cual explica cómo los materiales tienen una infinidad de posibilidades dependiendo de cómo se manipulen, y cómo reaccionan entre sí cuando se colocan en el mundo real. De este modo descubre que la percepción de un material puede cambiar durante el proceso constructivo, llevando a un ajuste sus decisiones.

Con su tercer argumento nos introduce «El sonido del espacio», en el que señala la importancia del sonido en los espacios arquitectónicos. Zumthor reflexiona sobre cómo los materiales y la construcción influyen en los sonidos que se generan y cómo estos afectan a nuestra percepción del lugar.

A continuación, el autor expone su cuarto argumento, al cual le otorga el nombre de «La temperatura del espacio». De este modo nos explica su creencia de que los edificios poseen su propia temperatura y relaciona esta «temperatura», tanto con los materiales, como con un equilibrio entre lo físico y lo psicológico, que se percibe a través de la experiencia sensorial del espacio.

En su quinto punto, «Las cosas a mi alrededor», destaca la importancia de que los espacios arquitectónicos sean un «recipiente» que permita acoger los objetos y las vidas de sus habitantes. Concluye que los edificios deben anticipar un futuro en el que, sin la intervención del arquitecto, los objetos y las personas creen un sentido de hogar propio.

En su sexto argumento, «Entre el sosiego y la seducción», Peter Zumthor plantea que la arquitectura es tanto un arte espacial como temporal, ya que se vive a lo largo del tiempo. Para él, los espacios deben ofrecer momentos de calma donde las personas puedan detenerse y simplemente estar, al mismo tiempo que invitan al movimiento mediante una orientación sutil que permita libertad sin perder comodidad ni autonomía. Así, la arquitectura debe generar una experiencia fluida, que no se imponga, pero que resulte estimulante y funcional.

Llegados al séptimo punto, nombrado «La tensión entre interior y exterior», vemos como Zumthor aprecia, tanto la dimensión interior, como la exterior de un edificio. Le fascina cómo un edificio crea una separación entre estos dos mundos, y cómo los umbrales y espacios de transición influyen en la percepción y experiencia del espacio.

En el octavo punto el autor explora el concepto de «Grados de intimidad» en la arquitectura, refiriéndose a cómo los edificios pueden generar distintas sensaciones de proximidad o distancia, dependiendo de sus proporciones y de cómo estas interactúan con el cuerpo humano. Asimismo, subraya la importancia de pensar en la arquitectura no solo en términos de escala humana, sino también en cómo afecta emocionalmente a individuos y grupos en distintos espacios.

Finalmente, el noveno punto, «La luz sobre las cosas», explica la importancia de cómo interfiere la luz en la atmósfera de un espacio arquitectónico. Este argumento se desarrolla, por un lado, pensando en el conjunto del edificio como una masa de sombras y, en base a esa imagen, realizar las reservas para la instalación que permita las luces deseadas; y, por otro lado, elegir los materiales siendo conscientes de cómo reflejan la luz y conseguir que todo se armonice.

Para concluir esta conferencia procede a añadir 3 puntos más subjetivos en comparación con los previos, los cuales podrían reducirse a lo siguiente;

En primer lugar, explica que, para él, la verdadera trascendencia de la arquitectura radica en la forma en que los edificios se convierten en lugares significativos para quienes los habitan o los experimentan, evocando recuerdos y emociones años después.

En segundo lugar, habla sobre la importancia de la coherencia en la arquitectura. Explica que, más allá de las decisiones estéticas o formales, lo esencial es que los edificios estén en armonía con su uso y su entorno, por lo que puntualiza que la arquitectura es un arte útil cuyo objetivo es servir a las personas que lo habitan.

Y concluye explicando que, si bien es esencial que todo sea coherente y funcional, también busca que el resultado final sea bello. Si no logra conmoverle, vuelve al inicio y comienza de nuevo, buscando una «forma bella» que lo sorprenda y lo emocione.

En resumen, el fragmento destaca la capacidad de Zumthor para abordar la arquitectura desde una perspectiva sensorial y emocional. Su insistencia en crear atmósferas que trascienden lo material y conectan con lo humano es una invitación a pensar la arquitectura como un arte integral, que combina técnica y sensibilidad en la creación de espacios que hablen al alma.